domingo, 26 de octubre de 2008

Rompiendo silencios

Te extraño. Estás acá, y por alguna razón que no logro comprender, te extraño. Es una distancia que no se puede medir en metros, o pies, o yardas – una distancia abismal y abstracta, pero que está y es aun más dolorosa que la física.
Quizá si desapareciera en una dimensión lejana sería más fácil encontrarnos. Podría deshilachar tu nombre para gritarlo una y mil veces, y aun así no me oirías en el vacío que nos separa (¿vacío interno?). Y aun así no te importaría.
Silencio. Silencio atiborrado de recuerdos que se desvanecen y nostalgias ruidosas. Me desgarro, me pudro por adentro – pero sonrío, sonrío y tal vez así engañe a la realidad. Tal vez las máscaras sean mejor que un llanto crudo, tal vez esconderme y pretender que nada cambió me ayude a seguir.
Y ni siquiera sé por qué tanta importancia. ¿A quién podría importarle tanto su álter ego? Si no sos más que mi propio reflejo, si lo único que pierdo es una parte de mí...