lunes, 11 de agosto de 2008

Cómo gasto papeles recordándote

-"Somos soledad hasta que el que nos está abrazando nos demuestra lo contrario." Qué lindo. Triste, pero lindo.
- Jeje. Tan tuyo, tan mío.
- ¿Somos tristes pero lindos?
- Sí. De tan tristes somos hermosos.
- Si al menos supiésemos aprovecharlo.Yo sólo sé derrochar lágrimas, y sentimientos y palabras que se van volando porque nadie las quiere.
"Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie."

La ansiedad de esa puerta abierta para nadie... cuanta verdad.
- ¿A quién se las diste?
- ¿Las manos?¿O las palabras?
- Las palabras.
- Las palabras.. En su momento se las di a Él, pero siempre menospreció las palabras. Se manejaba mejor con los gestos. Y ahora tengo palabras sueltas. Palabras llenas de sentimiento, pero no tengo a quién dárselas.
- Y tal vez deberías buscar a quién darselas.
- Hay que ver quién quiere aceptarlas.
- Yo ya busqué mucho y siempre con un resultado similar a quedarme mirando como mis opciones se van en los labios de otro.
- Yo me cansé de buscar, y de arrojar palabras y besos que nunca existieron. Al final nunca encuentro.Al final a mí nadie me busca.
- Si mirás bien somos la alegría. Solo por un simple juego de contrastes.
- ¿Cómo?
- Nosotros somos la tristeza, y por oposición existe la alegría.
- Pero la alegría se opone a nosotros, que somos tristeza. La alegría está en otro lado, en lo que se opone.
- Entonces nosotros damos nombre, lugar, forma, a esa alegría.
- ¿Pero entonces por qué no puedo disfrutar de esa alegría?
- Entonces... No lo se. Yo también la disfrutaría. Y sería alegría y tristeza.
- Pero la alegría es para compartir. De nada sirve una alegría cuando hay soledad, de nada sirve un triunfo, o una felicidad pequeña si no hay con quién disfrutarla.
- La alegría es como una cindor. O como almendras.
- Jajajaja, las almendras
- Pero a veces tenemos nuestra alegría que no la podemos compartir con nadie porque nadie la quiere.
- Como yo. Yo tengo algo de alegría guardada, pero está guardada porque no tengo con quién compartirla. Por eso sólo dejo ver tristeza.
- Vos tenés que decirle... A los chicos, así como yo hice ayer con las almendras, que tenés una bolsita de alegría... si la quieren compartir con vos.
- ¿Y si no quieren? Se vuelve humillante ofrecer alegría (y palabras llenas de sentimiento, porque tengo muchas) y que las rechacen. A veces el miedo no te deja ofrecer.
- Se vuelve humillante no ofrecer nada y quedarse triste en un rincón mientras todos son felices a tu al rededor. Yo te comprendo. No tengas miedo a lo que va a pasar, si no a lo que no va a pasar. A lo que va a faltar. Pero para tener miedo a que falte tenés que tener.
- "Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella."
Yo creo que soy un poco como ese hombre. A veces quiero creer en mi estrella, pero nunca me decido a saltar, por temor a caerme. Y espero en silencio a que la estrella venga a mí. Pero eso nunca pasa, los hombres son los que saltan, las estrellas las que deben esperar (aunque no siempre esperan)
Y cuando leo ese cuento encuentro alguna esperanza dando vueltas por ahí, entre el vacío olvidado y lleno de pelusas. Pero en cuanto vuelvo a la vida real, se me escapa, y otra vez el miedo.
- Yo no puedo ser distinto, no puedo saltar, o no puedo brillar. No puedo llamar la atención y me siento pobre, menos que otros. Pero siempre hay oportunidades aunque no es la persona que realmente quiero.
- Son todos desencuentros. Supongo que uno, cuando es hombre y quiere saltar, a la vez es una estrella. El problema es combinar eso, ser estrella o ser hombre.
- Solo quiero ser los brazos de un amor que no requiera tanta espera. No decepcionarme al menos por un ratito. Después, en el futuro pasarán más cosas, pero ahora, un rato estaría bien.
- Yo te entiendo. Yo también quiero eso. Aunque en el fondo tenga miedo, esté llena de miedos de enamorarme. Temor a querer otra vez, pero al mismo tiempo un deseo profundo.
- El miedo refuerza el deseo. El deseo justifica al miedo. Y los dos mueven a la persona.

2 comentarios:

El Lapiz dijo...

le cedo sin cargo los derechos de esa frase.
aunque no sepa quién es (aunque sí sepa que nos tiene entre sus paralelismos desde hace rato). aunque en definitiva no importe tanto saber quiénes somos.
aunque de todas formas, personalmente, nos pueden interesar cosas que no importen demasiado.

en fin... le dejo un saludo, señorita.

Hache.

Jorgelina Mandarina dijo...

"Que yo tambien comparto los mismos miedos, tambien busco una cinta para atar el tiempo, tambien arrastro conmigo una cadena de sueños"

Perfecta conversacion, justa.


Brindo por vos :)